Para crear un hábito es preciso tiempo. Ese tiempo no puede reducirse a voluntad, es inelástico. Está ligado a la capacidad que poseen los esquemas mentales para "asimilar" la novedad. Este tema ha constituido la principal preocupación de un psicólogo como Jean Piaget.
De alguna manera la constitución de nuevos hábitos digitales depende del desarrollo de nuevos esquemas mentales. Este desarrollo no se improvisa ni se impone desde el exterior. Exige una esforzada adaptación a las nuevas características del ambiente digital. Hemos mencionado la exigencia temporal, donde percibimos etapas claramente diferenciadas. Las primeras horas sirven sólo para acceder a los instrumentos (generalmente unas 10 horas son suficientes), después viene un período de aprendizaje (unas 100 horas) y finalmente una larga etapa de práctica. Sólo al superar las 500 horas podemos afirmar que el usuario ha incorporado (asimilado) un nuevo hábito digital en su vida de estudio y de trabajo.
Esta sucesión temporal de carácter logarítmico posiblemente esté relacionada con la creación de nuevos circuitos cerebrales en las diferentes etapas de asimilación de un hábito cognitivo. Sobre el tema hay mucho que investigar todavía, pero todo nos induce a pensar que se trata de un proceso interno de asimilación constructiva más que de una "impregnación" pasiva del ambiente externo. Por eso debemos dar tiempo suficiente al docente y alentarlo para que incorpore estos nuevos usos de las herramientas digitales en su vida. El alumno lo hará naturalmente en el largo proceso de aprendizaje que asegura la vida universitaria.
Uno de los hechos novedosos que aporta la educación digital es que los alumnos aprenden o usan la tecnología más rápidamente que sus maestros. Cualquier intento de revertir esta situación, obligando a "marcar el paso", será inútil y contraproducente. Muchas veces los docentes repiten la misma lección año tras año mientras que sus alumnos se han adelantado al programa debido a que acceden con extrema facilidad a la información digital más actualizada.
Para el docente el gran desafío de la educación digital implica "enseñar mientras se aprende", o sea: aprender con sus alumnos y de ellos.
Todavía nadie, debemos reconocer, se ha atrevido a crear una universidad predominantemente digital, donde el alumno desde su primer día de clase contara con todos los elementos necesarios para crear un hábito digital sin pasar por otros intermediarios.
Por ejemplo, no se ha estudiado aún el proceso de adquisición de la escritura con niños que usaran "exclusivamente" computadoras frente a otros que siguieran el método tradicional de alfabetización. Una larga experiencia con la alfabetización digital nos inclina a pensar que este método sería significativamente más productivo y rápido que el tradicional. Pero el mero intento de enseñar a escribir a un niño pequeño pulsando las teclas de una computadora en lugar de dibujar las letras con lápices en un papel, representaría para muchos, el equivalente de un "experimento prohibido".
Sin embargo creemos que esta prohibición es simplemente un tabú irracional, imposible de justificar. Algún día, no muy lejano, los niños llevarán a la escuela una computadora liviana como una nueva caja de útiles para aprender a escribir. Pero muchos ya habrán aprendido a hacerlo desde sus casas gracias a las máquinas de sus hermanos o amigos.
Esta resistencia al cambio digital es pertinaz. Es preciso superar una enorme cantidad de barreras psicológicas y burocráticas, que revelan hasta qué punto la computadora no es bienvenida sino apenas "tolerada" por la institución. Pero, como dijimos anteriormente, un día esa resistencia caerá estrepitosamente.
La educación digital hará entonces irrupción con tanta fuerza que el panorama educativo se transformará irreversiblemente ante el asombro de quienes no supieron o no quisieron dar ese "salto digital". En realidad el muro que nos separa del mundo digital ya ha caído, pero pocos se atreven a pasar del otro lado.
La capacitación permanente
Este tema es el eje de la transformación hacia una educación digital. Hay que tomarlo muy en serio. No solamente en sus aspectos tecnológicos, sino en todos los necesarios para abrir el proceso educativo al mundo. Es preciso crear la conciencia de la necesidad de una capacitación permanente. A medida que se acelera la innovación tecnológica se hace más evidente la angustia de quedar rezagado, no sólo de perder el tren del conocimiento sino de perder el trabajo para el cual nos hemos formado.
Además, las carreras profesionales tienden a acortarse para no seguir arrastrando conocimientos obsoletos y sobre todo para no postergar indebidamente la entrada al mercado laboral. Por todo ello es urgente reflexionar sobre los ciclos de capacitación permanente y obrar en consecuencia.
Ante todo, la libertad de aprender es una condición que no puede ser negociada. Desde esa libertad, surgirán códigos y pautas futuras para una educación globalizada.
En este proceso, hay que encontrar el placer de aprender, la emoción de dominar una nueva herramienta y evitar el temor y la ansiedad que produce el cambio. Buscar los mejores "profesores de profesores", ampliar los criterios de la enseñanza, plantear nuevas metas y objetivos. En definitiva, aprender a enseñar mientras se aprende, aprender junto con los alumnos, aprender de los alumnos, aprender investigando.
En este proceso, hay que encontrar el placer de aprender, la emoción de dominar una nueva herramienta y evitar el temor y la ansiedad que produce el cambio. Buscar los mejores "profesores de profesores", ampliar los criterios de la enseñanza, plantear nuevas metas y objetivos. En definitiva, aprender a enseñar mientras se aprende, aprender junto con los alumnos, aprender de los alumnos, aprender investigando.
El intercambio cultural
Nadie duda de la importancia del intercambio cultural para un aprendizaje. Los viajes educativos fueron y serán de gran valor en este proceso. Pero la educación actual cuando permanece encerrada en una isla no puede ver más allá de sus narices. Un intercambio inteligente, por el contrario, aumenta nuestra capacidad de aprender, de comprender y de aceptar otras formas de aprender.
Llegará pronto el día en que aprender en un aula aislada, sin conexiones, no tendrá sentido alguno. El aprendizaje será global, interconectado, intercambiable y multicultural desde un comienzo. ¿Qué sucedería si una pared entera del aula se transformara en un "muro virtual" conectado permanentemente a un ambiente escolar de una cultura muy diferente a la nuestra? Hemos visto algo semejante en una empresa que cuenta con una "pared digital" para conectar dos sedes separadas por cientos de kilómetros.
¿Qué esperamos para seguir este ejemplo en el campo de la educación? ¿Cómo sería ese aprendizaje? ¿Qué aprenderíamos? ¿Cómo creceríamos? No creemos que este retardo sea sólo cuestión de dinero, sabemos que es algo más grave aún, se trata de una enorme falta de imaginación.
El cambio mental
¿Qué significa cambiar? Es obvio que cambiar por cambiar no tiene sentido alguno, pero renovarse constantemente es algo fundamental en todo proceso vital. Hay que aprender a superar los temores al cambio dentro de la comunidad universitaria. Es importante trabajar esos temores, analizarlos en profundidad, discutirlos en grupo entre educadores y con nuestros alumnos.
Imaginemos una situación sin escuelas, donde todos nos viéramos obligados a aprender desde nuestras casas.
¿Cómo sería ese aprendizaje? Imaginemos una catástrofe que impidiera que se fabrique más papel ¿podríamos aprender sin el soporte del papel? Ejercicios mentales de este tipo quitan telarañas mentales.
¿Cómo sería ese aprendizaje? Imaginemos una catástrofe que impidiera que se fabrique más papel ¿podríamos aprender sin el soporte del papel? Ejercicios mentales de este tipo quitan telarañas mentales.
Para ello deberíamos proponer una reingeniería educativa. Generalmente aceptamos las cosas como son y rara vez nos ponemos a pensar si podrían ser mejor. Para ingresar en la era digital resulta imprescindible abandonar la rutina diaria y crear un cordial ambiente de reflexión y de renovación. Apartar los vicios y modelos de siglos de educación presencial y centrípeta para abrirnos al nuevo mundo digital.
El aula abierta al mundo.
La videoconferencia nos ofrece la posibilidad de conversar con otra o varias personas a distancia con audio e imagen en movimiento. Se trata de un instrumento nuevo en la educación cuyo impacto será de tal magnitud que nada seguirá siendo como antes cuando se distribuya globalmente. La videoconferencia trata de hacer "realidad la presencia virtual", valga la paradoja. Dos grupos de personas pueden verse, hablar y dialogar con la mayor facilidad aunque los separe un océano.
A ello se agregan los nuevos sistemas colaborativos integrados, que permiten en la misma videoconferencia intercambiar cualquier información digital. Generalmente se utilizan los llamados "pizarrones blancos" (white boards) donde cada sitio manipula lo que necesita (textos, imágenes, gráficos, vídeos) y ambos pueden trabajar al unísono sobre un mismo documento durante la videoconferencia. En el proceso educativo este dato es importante porque las personas mientras conversan y se ven pueden intercambiar "objetos digitales" o generar uno nuevo entre ambos extremos.
A la universidad digital le corresponde, sin duda, ofrecer estos nuevos y extraordinarios recursos educativos a toda la comunidad. Es en ella donde se generarán los nuevos programas interactivos audiovisuales a distancia con genuino valor para la enseñanza. La posibilidad de interactividad a grandes velocidades permitirá múltiples conexiones multimediales.
En este nuevo espacio se podrá compartir en tiempo real infinidad de bits. Pero de nada valdrá instalar estos recursos por una imposición externa del mercado si los propios docentes y alumnos no han experimentado libremente con videoconferencias dentro de su propio establecimiento educativo. Debemos comenzar ya a prestar una gran atención al asunto de las videoconferencias para que no se repita el accidentado (y muchas veces insatisfactorio) proceso de introducción de la informática en la escuela o de la televisión "educativa" en el aula y en las casas. No se trata de una tecnología para el futuro lejano, es la tecnología de hoy y tenemos la responsabilidad de usarla bien.
Fuente: Dr. Antonio M. Battro.